Sigo por el Algarve y por su costa.
Poco más allá de Castro Marim, a veinte minutos escasos está Cacella Velha.
Desde España, cruzar el puente sobre el Guadiana, desviarse en la salida de
Vila Real de Santo Antonio, y después por la N-125 hasta Vila Nova de Cacela.
Desde ésta última a Cacela Velha hay
un paso. Miren el mapa, es fácil.
Cacela Velha pertenece a la parroquia
de Vila Nova de Cacela, municipio de Vilareal de Santo Antonio, distrito de
Faro, y lo encontramos en un lugar cuyas vistas dominan el estuario de la ría
Formosa, quedando incluido en el Parque Natural de Ría Formosa, que es zona de
protección especial. Forma uno de los conjuntos arquitectónicos y paisajísticos
más significativos del sur de Portugal.
La antigua Qastalla tuvo su importancia por ocupar
lugar estratégico al final, o al principio, de la ría Formosa, sobre la cima de
una ligera montaña de apenas setenta metros sobre el mar.
Cuatro calles escasas, una iglesia, un cementerio y un
castillo conforman el caserío. Bueno, y un inmejorable mirador sobre la ría.
Espectacular la bajada a la playa por una interminable escalera, y no menos
espléndida la vista del castillo desde la arena.
Por aquí, como por
todo el sur de la Península Ibérica, anduvieron fenicios y cartagineses. Y
después los romanos, claro, que lo ocuparon todo.
Un año después de la
invasión musulmana (712 dC), lo árabes ya tenían invadido el Algarve, y el
castillo de Cacella formaba parte importante del sistema defensivo de la taifa
de Niebla al oeste del Guadiana.
A principios del
siglo XII, el geógrafo árabe Al-Idrisi escribió:
“Cacela es una fortaleza construida
junto al mar. Está bien poblada y hay muchos jardines y campos de higueras”
Este fue uno de los
últimos puntos del Algarve en ser reconquistado, hacia 1249, por Alfonso III,
que donó el lugar y su castillo, junto con el de Ayamonte, a la Orden de Santiago
en 1255.
Caballeros de esta
Orden lo visitaron y lo describieron así:
"Visitámos
ho castello ho quall he todo murado e a muralha reformada de novo ho quall he
quadrado e tem em cada canto sua torre".
La Orden de Santiago
se ocupó desde entonces de su reconstrucción y mantenimiento, amparando con su
presencia el interés por la población.
Pero los cambios en
los bancos de arena de la ría, jugaron en detrimento de Cacela y favoreciendo a
la ciudad de Tavira que terminó consolidándose administrativa y económicamente.
Al inicio del siglo
XVI el viejo castillo medieval estaba en ruinas.
Fue remodelado
durante el reinado de Juan III (1502 – 1557), y se aumentaron sus defensas con
Sebastián I de Portugal (1554 – 1578), que incluso se dio una vuelta por aquí y
visitó las obras en 1573.
A principios del
siglo XVII, el ingeniero italiano Alejandro Massai proyecta y construye,
nuevamente sobre las ruinas del castillo, una fortaleza con los siguientes
elementos:
La puerta en la fachada norte,
centrada y protegida por un revellín.
En el ángulo suroeste, la
vivienda del Alcaide.
En el interior, un granero.
Al este y al oeste sendos semi
baluartes.
El del este tiene cuatro caras;
el del oeste sólo tres
Al este una torre con una
campana.
Al oeste una torre de dos
plantas
Pero como parece que
el sino de esta fortaleza es estar en estado de desgracia, de nuevo lo
encontramos casi en ruinas hacia 1750.
El terremoto de 1755
(1 de noviembre) da el último empujón y el sunami que se produjo destruyó los
muros del acantilado dejando casi derruido el edificio, al igual que el resto
del pueblo.
En 1770, don Rodrigo
de Noronha, capitán general del Algarve, ordena su reconstrucción (el lugar seguía
siendo interesante desde el punto de vista de la defensa), instalándose incluso
un faro.
Es hacia 1794 cuando se
completan los trabajos en la fortaleza, la cual ya tendrá el aspecto que hoy
conocemos: un pequeño polígono estrellado con dos baluartes que se inclinan
hacia el mar.
De entonces queda en
el lugar la siguiente inscripción en piedra, que me es difícil traducir:
A finales del siglo
XIX, el castillo fue ocupado por la Guardia Fiscal (hoy brigada Fiscal de la
GNR), y desde entonces es utilizado por este cuerpo, no permitiéndose las
visitas. Así que hay que contentarse con la visión exterior del edificio, del
pequeño pueblo y del paisaje: la ría Formosa, la bahía de Monte Gordo y, si el
día está claro, España.
El castillo tiene
planta rectangular, aunque distorsionados sus vértices por elementos
defensivos.
La fachada principal
de la fortaleza se abre hacia el norte, a la plaza del pueblo, perfectamente
accesible en automóvil. La puerta la flanquean dos falsos bastiones
rectangulares, situados en los vértices del rectángulo.
Unos paneles
informativos repartidos por la plaza nos notifican, en varios idiomas, datos
sobre la historia del lugar (pero no en español, y pienso que nos está bien
empleado; tampoco he visto nunca cartelería en portugués en los monumentos
españoles).
A su izquierda, un
camino rodea la edificación, a la vez que lleva hacia la playa. Descendiendo
por él se observan los restos de la muralla árabe, de tapial (nuevamente
información en idiomas varios, no en español).
Restos de la muralla árabe bajo la plaza del pueblo |
La fachada sur, que
da a la ría, está compuesta por dos fuertes baluartes simétricos rematados con
garitas.
Fachada sur |
Sigo rodeando el
castillo, y asciendo el acantilado por la larga pero cómoda escalera. Arriba, a
la izquierda, la iglesia y el pequeño cementerio.
Como ya dije, el
castillo está ocupado por la G.N.R., así que acceder a su interior no es
posible, por lo que se hace difícil describir su interior. En una foto aérea
veo que existen dos edificaciones adosadas a los muros este y oeste, ambas con
tejados a dos aguas, dejando en el centro un patio que ocupa toda la longitud
del edificio hasta los dos baluartes del sur. En su interior, una antena-radar
de la Brigada Fiscal, creo.
Dejo Cacela, lugar
pintoresco, tranquilo y silencioso donde los haya. Típico Algarve: flores,
chimeneas, colores, blancos y azules; y la ría que sube y baja cadenciosa al ritmo de las
mareas. Un hermoso lugar, no me cabe la menor duda.
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