martes, 3 de octubre de 2017

Fuerteventura, La Oliva, La Casa de los Coroneles

Me lleva el paseo de hoy, o mejor dicho el vuelo, hasta la isla de Fuerteventura. Unos días de vacaciones que me obligaran a conocer, cómo no, las fortificaciones de aquella tierra.
La lista, muy corta, la llevaba preparada, incluyendo algunas notas. Eran sólo dos torres: La del Tostón en El Cotillo y la de Caleta de Fuste en Antigua. Hasta ahí todo bien, sólo dos edificios cuyas visitas serían perfectamente compatibles con el tiempo que se disponía y los gustos y concesiones de la compañía.
Pero heme allí que me hablan de un edificio que, no siendo un castillo, despierta mi curiosidad. No es necesario decir que lo visité y, aunque no se trata de una fortificación en cualquiera de las tipologías reconocidas, he de afirmar que tiene el aire de edificio fuerte -si bien las almenas están sobre él por pura armonía, o como señal de condición castrense-, destacando en el paisaje en actitud vigilante, dueño del inmenso páramo y de las montañas.
Estoy hablando de la Casa de los Coroneles en La Oliva, municipio situado al norte de la isla:

La Casa de los Coroneles desde la Plaza de Armas. Al fondo, el Lomo del Pájaro.


Que fue fundado en el año de 1500 por unos señores procedentes de la capital Betancuria, de los cuales sólo nos ha llegado el apellido: hermanos Hernández. Habían pasado noventa y cinco años desde que el normando Jean de Bethencourt conquistase la isla; y veinticuatro desde que los Reyes Católicos constituyeran el Señorío Territorial de Fuerteventura.
A finales del siglo XVI, La Oliva ya es un lugar en el mapa, al quedar incluido en el que dibuja el ingeniero Leonardo Torriani, junto con el puerto del Tostón y la cala de Corralejo.

Por esa época los señoríos que pervivían desde finales de la edad Media van perdiendo poder, llegando incluso a residir el Señor de Fuerteventura, fuera de la isla. El poder militar que antes ostentaban también lo pierden a favor de, cómo no, los militares. Desde la Península se nombra, a finales del siglo XVI, al primer Capitán General de las islas, creándose en 1708 el Regimiento de Milicias, y en cada isla el poder lo asume la figura del Coronel. Pero mientras las demás islas seguían siendo totalmente dependientes de la Corona de Castilla, 

Fuerteventura se convirtió en una isla de señorío.
Al poco, los Coroneles también tienen el poder civil absoluto que los convierte en los señores del territorio, y con ello en los dueños, también absolutos, de la economía. Su cargo será hereditario, siendo los Cabrera-Bethencourt quienes gobernaran desde 1742 a 1833, y los Manrique de Lara-Cabrera, desde 1834 a 1870. Los primeros fijaron su residencia en La Oliva convirtiéndola en la capital de Fuerteventura, si bien el cabildo permaneció en Betancuria.
Durante el siglo XIX, tras las Cortes de Cádiz y con la llegada a la isla de nuevos colonos y su asentamiento en zonas costeras, se modifican las circunstancias sociales y económicas, lo que lleva a una pérdida de poder civil y militar por parte de los Coroneles. No el económico, que lo mantendrán hasta la muerte del último de ellos en 1870.

Resumiendo, que el esplendor de La Oliva perduró en el tiempo mientras los Coroneles tuvieron allí su residencia, o sea ciento veintiocho años. A partir de ahí comienza el deterioro económico con el declive de la agricultura y con ello la pérdida de gran parte de su población: unos se trasladarán a las nuevas poblaciones, otros a las islas vecinas y la mayoría a América.
Durante todo el segundo tercio del siglo pasado, la emigración continuó, pero esta vez se dirigió mayoritariamente hacia las colonias españolas en África. Después vino el turismo y todo cambió. Y así hasta hoy.
 
La Casa hacia los años 30 del siglo pasado.

Es obvio que la fecha de construcción de este palacio lo aleja de la posible consideración que de fortificación pudiera dársele. Pero habiendo conocido, un poco, la historia de Fuerteventura, y considerando que desde él se ejerció un poder absoluto sobre la isla, sus habitantes y sus medios de producción; que los Coroneles fueron auténticos señores feudales que establecieron sobre el pueblo unos lazos y compromisos de vasallaje; y que además sus torrecillas son coronadas por almenas (estos elementos, puramente anecdóticos, pueden ser el símbolo de unión entre las dos épocas, Edad Media y Edad Moderna), es por lo que llego a valorarlo como fortificación,  como alcázar del castillo del señor feudal.
Ea, pues vamos a tratarlo como palacio fuerte, acastillado, y como tal incluyámoslo en esta CasadelaTercia.

La montaña del Frontón, la Casa y edificaciones anexas.

Leo que fue construido en el siglo XVII con la finalidad de ser la residencia oficial del Coronel, jefe militar y civil de la isla. Y también leo que se cree lo mandó edificar D. Ginés de Cabrera Bethencourt, aunque no hay certeza ni de la fecha exacta ni del coronel que en esos años estuviera al mando. O no debió ser éste D. Ginés (cuarto coronel y heredero  del cargo de su padre en enero de 1764) el constructor o la fecha de construcción fue otra, porque no cuadran ambos datos. Pero bueno, casi da lo mismo, sigamos.
A lo largo de los años, en el edificio se producen ampliaciones y reformas, con lo que va cambiando en tamaño y aspecto. Las primeras se realizaron con el quinto coronel, Agustín Cabrera Bethencourt Dumpiérrez (1743-1828), y posteriormente con Cristóbal Manrique de Lara (1800-1870), séptimo y último coronel desde 1834 hasta su fallecimiento en 1870.
Entre 2005 y 2006 fue restaurado y consolidado, y reinaugurado en noviembre de 2006.

Al acercarnos a la casa nos llama la atención sobremanera su posición en el paisaje: una extensa planicie conocida como la Rosa del Coronel que queda definida hacia el sur por la montaña del Frontón, el Lomo del Pájaro, la montaña de Escanfraga y el volcán de la Arena. Y en medio la casa y una serie de edificaciones que con peor fortuna que la primera sobreviven. En ese entorno la casa se presenta verdaderamente señorial y se comprende para qué fue construida.

Fachada principal con una de las torrecillas almenadas.

Idem anterior pero a la derecha.

Su tipología está inspirada en las viviendas domésticas canarias propias de la época, pero con elementos arquitectónicos que tratan de acentuar el poder que desde la mansión se desempeñaba. Destacan las dos torres almenadas que flanquean el edificio en su fachada principal, que se completa con una hilera de ocho ventanas en la planta baja y sobre ellas ocho balcones en la alta; centrada en esta fachada se abre la puerta principal. En la fachada lateral que mira al oeste, se dispone otro balcón, cerrado, que al igual que los de la fachada principal, son de estilo tradicional canario.

Puerta principal






















Detalle de ventana y balcón de la fachada principal

Interior de las cuadras.

Patio trasero y subida a la terraza.

El edificio es de planta cuadrangular, de 42 metros de lado y dos alturas, cubierto todo ello por faldones de teja.
 Todas las dependencias se organizan alrededor de un patio principal, distribuyéndose en la baja las de uso funcional y de servicio, almacenes, granero cuadras y todo lo relacionado con las labores agrícolas.
 También estaban ahí las dedicadas a cuestiones administrativas y militares. En una de las torres se encontraba el cuerpo de guardia y en la otra el archivo.

Salón de la planta alta.


Ventana con cortejador.

A la izquierda la capilla; al fondo la Montaña del Frontón.

 La planta alta estaba dedicada a residencia del coronel y familia. En ella se distribuían sus dependencias privadas: comedor, cocina y despensa, baño y retretes, salas de estar, gabinete, dormitorios y el salón principal; además disponía de una capilla para uso privado con sacristía.
El patio es porticado, con columnas, galería superior y forjado de la cubierta de madera. Otros dos patios, mucho más pequeños, servían como distribución de las dependencias de servicio.


El patio principal.

El edificio está –estuvo- rodeado de otros espacios y construcciones que complementaban las actividades y la vida de la casa, que eran:
La ya nombrada Rosa del Coronel, que era todo el terreno agrícola que rodeaba el conjunto cívico-militar.
La Plaza de Armas, una extensa superficie 75 por 55 metros, abierta al norte del edificio, frente a su fachada principal; y más al norte aún, un inmenso aljibe.
Dos casas anexas al edificio principal que se dedicaron a un uso totalmente residencial.
Las Caballerizas, de planta rectangular -87 por 40 metros- y ubicadas al este de la Casa.
Y la Explanada de Actos, situada entre el aljibe y la población de La Oliva, y que nunca tuvo edificaciones. Sirvió como protección de todo el conjunto.

Y hasta aquí la Casa de los Coroneles. Sin embargo, antes de marchar, un paseo por las inmediaciones y mirar fascinados hacia el sur. Lo que desde allí se ve es inolvidable.

Nombre: Casa de los Coroneles
Municipio: La Oliva, isla de Fuerteventura
Localidad: La Oliva
Provincia: Las Palmas

Tipología: Palacio fortificado.
Época de construcción: siglo XVII.
Estado: En muy buen estado conservación. Fue restaurada por el Ministerio de fomento y el Gobierno de Canarias en el año 2005.
Protección: Declarado Monumento Histórico Artístico (Orden del Ministerio de Cultura de 13-junio-1979). Bien de Interés Cultural.
Propiedad: Pública. En diciembre de 1994 fue adquirido por la Comunidad autónoma de Canarias.
Visitas: Abierto al público desde noviembre de 2006.
Uso: Turístico. Algunas de sus salas se utilizan para exposiciones u otras actividades culturales.

Clasificación subjetiva: 3, o sea, que se incluirá obligatoriamente en una ruta de viaje, o lo que es lo mismo, se hará todo lo posible por visitarla.

Otras cuestiones de interés: El paisaje, el paisaje y el paisaje. Y después una buena comida.
Cómo llegar: Desde la Península, en avión. Y ya allí, es fácil encontrar La Oliva. La Casa de los Coroneles está al sur de la población.



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